A lo largo de la historia, la ciencia ha sido una herramienta esencial para entender el mundo que nos rodea. Sin embargo, en ocasiones, conceptos mal interpretados o desinformación han dado lugar a mitos que persisten en la cultura popular. Estas ideas erróneas pueden obstaculizar el entendimiento real de los avances científicos y, en algunos casos, perpetuar creencias falsas. A continuación, desentrañemos algunos de los mitos científicos más comunes y aclaremos la verdad detrás de ellos.
Usamos solo el 10% del cerebro
Uno de los mitos más difundidos es la idea de que los seres humanos solo utilizan el 10% de su capacidad cerebral. Esta creencia ha sido repetida en libros, películas y discursos motivacionales, promoviendo la falsa noción de que poseemos un potencial latente enorme por descubrir.
En realidad, las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) y otras tecnologías avanzadas han demostrado que el cerebro humano está activo en su totalidad, incluso cuando realizamos tareas simples. Aunque algunas áreas del cerebro pueden estar más involucradas en determinadas funciones, como el lenguaje o el razonamiento matemático, no existen zonas «inactivas» esperando a ser desbloqueadas. Este mito se originó probablemente por una mala interpretación de estudios iniciales sobre la actividad cerebral, pero la evidencia actual lo desmiente categóricamente.
Los rayos nunca caen dos veces en el mismo lugar
Esta idea puede sonar poética, pero no refleja la realidad. Los rayos, de hecho, son propensos a caer repetidamente en los mismos puntos, especialmente en áreas altas o expuestas, como rascacielos o torres metálicas. Por ejemplo, el Empire State Building en Nueva York es alcanzado por rayos más de 20 veces al año.
El motivo detrás de este fenómeno radica en la física de las tormentas eléctricas. Los rayos buscan el camino de menor resistencia hacia la tierra, y los objetos altos suelen ofrecer ese trayecto. Este mito persiste porque la mayoría de las personas no experimenta de cerca las descargas eléctricas, lo que alimenta una percepción errónea sobre su comportamiento.
La Gran Muralla China es visible desde el espacio
La afirmación de que la Gran Muralla China es la única estructura hecha por el hombre visible desde el espacio ha sido repetida durante décadas. Sin embargo, los astronautas han confirmado que esto es falso. Aunque la muralla es imponente y extensa, su color y forma hacen que se mezcle con el paisaje circundante, lo que dificulta su visibilidad desde órbitas lejanas.
Lo que realmente puede observarse desde el espacio son ciudades iluminadas por la noche y otras grandes áreas urbanizadas. Este mito subraya cómo a menudo idealizamos logros arquitectónicos, pero la ciencia nos muestra que la realidad es más compleja.
El agua de un inodoro gira en direcciones opuestas según el hemisferio
Este mito se basa en el efecto Coriolis, un fenómeno físico que influye en los patrones de movimiento a gran escala, como los sistemas meteorológicos y las corrientes oceánicas. Sin embargo, este efecto no tiene un impacto significativo en el flujo del agua en los inodoros o lavabos.
La dirección en la que el agua gira está determinada principalmente por el diseño del desagüe y no por la ubicación geográfica. Aunque el efecto Coriolis es real, su influencia se manifiesta en escalas mucho mayores, como los huracanes, y no en pequeñas cantidades de agua. Este malentendido es un ejemplo clásico de cómo un concepto científico legítimo puede ser mal aplicado fuera de su contexto.
Los alimentos caídos son seguros si se recogen en menos de cinco segundos
La llamada «regla de los cinco segundos» ha sido adoptada ampliamente como una justificación para comer alimentos que han caído al suelo. Según esta creencia, si la comida es recogida rápidamente, no se contamina con bacterias.
En realidad, las bacterias pueden transferirse a los alimentos en cuestión de milisegundos, dependiendo de la superficie donde caigan y del tipo de alimento. Aunque recoger algo rápidamente puede reducir la cantidad de bacterias que se adhieren, no elimina completamente el riesgo de contaminación. Este mito persiste porque apela al deseo de minimizar el desperdicio, pero la ciencia demuestra que no es una regla infalible.
El azúcar hace que los niños sean hiperactivos
Muchos padres han afirmado que el consumo de azúcar está directamente relacionado con el comportamiento hiperactivo en los niños. Este mito ha llevado a evitar dulces en fiestas infantiles o restringirlos en horarios específicos.
Sin embargo, múltiples estudios científicos han demostrado que no existe una relación directa entre el consumo de azúcar y la hiperactividad. En cambio, la percepción de los padres suele influir en esta creencia. Por ejemplo, en entornos festivos, los niños tienden a estar más emocionados y enérgicos debido al contexto, no al azúcar en sí. Este mito persiste debido a la influencia cultural y a la necesidad de encontrar explicaciones rápidas para ciertos comportamientos.
El cabello y las uñas siguen creciendo después de la muerte
Este mito, que a menudo aparece en historias macabras, sugiere que el cabello y las uñas de los cadáveres continúan creciendo tras la muerte. Aunque puede parecer una idea inquietante, no es cierta.
La explicación detrás de esta creencia radica en la deshidratación del cuerpo después de la muerte, lo que hace que la piel se retraiga y parezca que las uñas y el cabello son más largos. Este fenómeno es un efecto óptico y no un crecimiento real. La ciencia del cuerpo humano postmortem ha desmontado este mito con claridad.
Los metales atraen rayos
Es común pensar que cualquier objeto metálico automáticamente atraerá rayos durante una tormenta, lo que ha llevado a temores injustificados sobre el uso de ciertos elementos en estos escenarios. Si bien los metales son buenos conductores de electricidad, no «atraen» rayos por sí mismos.
El factor principal que determina dónde cae un rayo es la altura y la ubicación del objeto, no su composición. Esto significa que un árbol alto puede ser más propenso a ser alcanzado que un poste metálico bajo. Este mito refleja un malentendido sobre cómo funcionan los materiales conductores y su relación con la electricidad atmosférica.
Los murciélagos son ciegos
El dicho «como un murciélago en la oscuridad» ha alimentado la idea de que estos animales no pueden ver y dependen exclusivamente de la ecolocación para moverse. Sin embargo, los murciélagos poseen visión y, en algunas especies, incluso es bastante aguda.
Aunque muchos murciélagos utilizan la ecolocación como una herramienta poderosa para navegar y cazar en la oscuridad, esto no significa que carezcan de vista. De hecho, los murciélagos frugívoros dependen en gran medida de su visión para encontrar alimentos. Este mito es otro ejemplo de cómo un rasgo destacado de una especie puede ser malinterpretado como una carencia.
Los mitos científicos tienen un atractivo particular, ya que suelen simplificar conceptos complejos o brindar explicaciones rápidas a fenómenos que no entendemos del todo. Sin embargo, es fundamental cuestionar estas ideas y buscar evidencia respaldada por la ciencia. Solo a través de la educación y el análisis crítico podemos derribar estos mitos y acercarnos a una comprensión más precisa del mundo que habitamos.