La «uña de gato» (Uncaria tormentosa) es una parra larga y leñosa cuyo nombre viene de las espinas que crecen a lo largo de su tallo y que se asimilan a las uñas de un gato. Es originaria de la selva Amazónica y otras áreas tropicales de América del Sur y América Central.
La uña de gato ha sido utilizada desde hace años como una tratamiento complementario para el cáncer y el SIDA, así como para otras enfermedades que atacan el sistema inmunológico. Ahora la multinacional de los cosméticos L’Oréal ha presentado siete patentes siete por un compuesto procedente de esta flor tropical que ha sido aclamada como “la primera crema anti-envejecimiento científicamente comprobada”.
Este anuncio tiene dos implicaciones importantes: primero, la enésima apropiación para usos comerciales de un compuesto con millones de años de existencia y, segundo, y lo que yo entiendo, que todas las cremas anti-envejecimiento con las que L’Oréal ha cimentado su emporio hasta ahora no habían sido comprobadas científicamente, lo que significa que muchas mujeres llevan años dejándose un Potosí en cremas sin efectos probados.
En los laboratorios de París de la marca se esconde uno de los secretos de este hallazgo que ya han catalogado como «impresionante en el desarrollo de la juventud»: cómo cultivan piel artificial para sus investigaciones, que someten a modelos de rayos UVA y UVB.
Los ahora científicos de L’Oréal han llegado a la conclusión que la forma en que la piel envejece tiene mucho que ver con unas células presentes en la dermis superior o dermis papilar llamadas fibroblastos, que son las encargadas de que la piel quede lisa y tersa. Cuando la luz del sol incide sobre los fibroblastos los destruye progresivamente.
La Rhamnose, la molécula anti-envejecimiento obtenida de la uña de gato, es capaz de estimular la regeneración de fibroblastos, fomentando su crecimiento y haciendo que la piel adquiera un aspecto más terso por más tiempo y con menos tratamiento.
La molécula también es capaz de activar la proliferación de queratinocitos, que hacen que la frontera de unión entre dermis y epidermis (la capa más superficial de la piel) sea más consistente.
Este producto anti-edad ya ha sido probado en 400 mujeres de 50 a 70 años, como parte de la creciente colaboración entre la industria farmacéutica y la industria cosmética. La nueva generación de este tipo de tratamientos ya se han bautizado como «cosmecéuticos», ya que han sido creados usando la tecnología de investigación de la industria farmacéutica. La eficacia de la Ramnosa sobre el envejecimiento de la piel se evaluó después de ocho semanas de tratamiento con aplicación dos veces al día en la cara interna del antebrazo.
Más en detalle, los investigadores de L’Oréal también descubrieron que el efecto sobre las células «jóvenes» es mejor que en las células más viejas. Esto nos lleva a una pregunta aterradora: ¿debemos pensar que gracias a esta molécula las mujeres jóvenes podrían empezar a comprar cremas contra las arrugas a los 20 años?: «Sí» responde con una sonrisa y encogiéndose de hombros Bruno Bernard (director de investigación de L’Oréal) a Le Figaro, donde anuncia el lanzamiento de la nueva crema la semana próxima.
Mientras, en los cuarteles generales de la marca en París se frotan las manos (con esta nueva crema, supongo) por haber doblado el público objetivo de sus productos anti-envejecimiento, gracias a la incorporación de las chicas jóvenes a su cartera de consumidores. También es coincidencia: para una vez que les da por hacer las cosas «científicamente bien», va y les toca el premio gordo.