Dicen que de esta saldremos con unos cuantos kilos de más y un máster en repostería, ya que hornear se ha convertido en una moda a nivel global. Tanto si se te da bien o no, quien más quien menos está probando sus propias habilidades con la repostería y la panadería. Y los más osados se atreven a mostrar los resultados, a pesar de ser muchas veces un auténtico desastre. Afortunadamente, estos pasteleros aficionados también comparten sus creaciones para que el mundo las vea, y, por qué no, para que nos echemos unas risas. ¡Qué necesario es eso ahora!
Porque no eres el único que está considerando hacer pan o un bizcocho. De hecho, la pandemia mundial ha convertido a muchos en ávidos panaderos domésticos. Hay tantos que los proveedores se han visto obligados a aumentar la producción de las materias primas que se utilizan. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la primera semana del estado de alarma, la venta de harina se incrementó casi el 200% con respecto al mismo periodo del año anterior, una cifra que refleja claramente el nuevo hobby favorito de muchos. Y la levadura se convirtió en el producto más buscado por el consumidor, agotándose en muchos establecimientos.
Porque ahora a muchos les apetece hacer cosas en la cocina que antes no hacían (o hacían de manera más esporádica). En la era precoronavirus, el horno apenas se usaba entre semana; pero ahora que mucha gente tiene todo el tiempo del mundo y el hogar es el centro de nuestra vida, necesitamos llenarlo de olor y calor. Y el pan siempre ha estado ahí. De hecho está en el centro de nuestra cultura, es uno de los fundamentos de la civilización occidental tal y como la entendemos.
Además, la mayoría de los procesos que acompañan a la elaboración de panadería o repostería tienen mucho que ver con la meditación: son actividades relajantes y predecibles. Hay clínicas, incluso, que utilizan talleres de repostería como herramientas en el tratamiento de la depresión.
Porque estas técnicas se distinguen del resto de cocina por su precisión: si respetas los ingredientes y los procesos las cosas salen bien, algo que se agradece en tiempos como estos. Y, a diferencia de un cena o una comida, que desaparece en cuestión de minutos, un bizcocho, una tarta o un pan puede estar entre nosotros varios días.
Pero a los ojos de un novato, hornear puede ser más fácil decirlo que hacerlo. Porque hay muchas cosas que debes saber antes de meter la masa en el horno. Primero, si te consideras un principiante, es mejor no subestimar el poder de una receta. Sigue cada paso como si fuera una fórmula matemática, siendo preciso con las mediciones. Segundo, piensa en los ingredientes y su calidad, pues siempre es mejor optar por productos naturales y orgánicos. Y tercero, verifica las fechas de caducidad de los ingredientes (por ejemplo, la levadura fresca suele tener un periodo de caducidad corto).
Y sobre todo, recuerda: la regla de que puedes hacer un pastel casero desde cero y sin mirar es válida solo para tu tía o tu abuela. ¡Y estos ejemplos así nos lo demuestran!
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