Ya sea minutos antes de despegar o en el aire, en pleno vuelo y quién sabe si cerca de la próxima zona de turbulencias, la cercanía con el pasajero que se sienta junto a nosotros es máxima. El espacio es el que es y, aunque seamos dos perfectos desconocidos, pasaremos juntos un importante viaje que poco tiene que ver con el de tren o autobús. Al fin y al cabo, el avión aún impone (y mucho) a la mayoría de sus usuarios.
Por eso, nunca está de más contar con un amplio abanico de datos con los que romper el hielo y, si se tercia, quitar cualquier temor que pueda tener nuestro casual compañero de viaje. Saber cosas como el ingente (y despreocupante) número de personas que vuelan cada año, cómo fue el trayecto más largo de la historia o incluso plantear cómo será el futuro de los aviones será útil, sin duda, para hacer más llevadero cualquier viaje en avión:
La mitad de la población mundial
Cualquiera que piense que volar en avión es cosa de locos solo tiene que ver los más recientes datos para quitarse esa idea de la cabeza. Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), en 2017 se gastó en transporte aéreo en todo el mundo más de 860.000 millones de dólares (más de 745.000 millones de euros al cambio actual), lo que equivale al 1 % del PIB mundial. Pero lo que quitará el miedo a cualquiera es saberse uno entre miles de millones: en 2017 volaron más de 4000 millones de pasajeros, más de la mitad de la población mundial.
El cielo nunca está vacío
Nunca. El día más flojo en el mundo de la aviación hay miles de aviones: el pasado 1 de enero, más de 3000 sobrevolaron los cielos del planeta Tierra en el momento de mayor tránsito del día. De media, cada día hay cerca de 10.000 aviones en el cielo, transportando a cerca de 1.300.000 personas. ¿Cuánto es eso? Exactamente, sería el país número 156 del mundo en número de población, justo por delante de Estonia.
Cada vuelo (y sus precios) encierra una sorpresa
¿Cómo salvaría un adolescente británico los 280 kilómetros que separan Essex de Sheffield? Tren, autobús, coche compartido… Las opciones terrestres están más que claras. Pero ninguna de ellas es necesariamente la más económica. Lo demostró un joven que, en 2016, hizo este trayecto volando en avión y haciendo escala en Berlín. Un total de 1636 kilómetros con un motivo de peso: hacer esa locura era más barato que coger un tren.
¿Cuál fue el primero?
Vale, hay muchos vuelos todos los días y hay millones de personas en el cielo en este mismo instante. ¿Pero quién fue el primero que se atrevió y cuándo logró semejante proeza? Apunta la respuesta al más puro estilo Trivial para soltarla en mitad del viaje: fueron los hermanos Wright los que protagonizaron, el 17 de diciembre de 1903, el primer vuelo a motor, prolongado y verificado. El escenario elegido fue el pueblecito estadounidense de Kitty Hawk (Carolina del Norte) y el avión, el bautizado como Flyer I.
Más sagas de altos vuelos
Los hermanos Wright no son los únicos hombres que ligaron su apellido a un reto aéreo. También lo hizo, décadas más tarde, la saga de los Piccard. Si Auguste fue en 1931 el primer hombre en conquistar el espacio al ascender a la estratosfera en una cápsula y observar la curvatura del planeta, su hijo Jacques descendió en 1960 al punto más profundo jamás conocido de un océano. Y por último (al menos de momento), su nieto Bertrand se convirtió en 2016 en el primer hombre en dar la vuelta al mundo en un avión impulsado por energía solar, sin una gota de combustible.
¿Qué hay de las turbulencias?
Vale, todos esos datos están muy bien, pero cuando lleguen las temidas turbulencias la conversación se cortará y alguien pondrá cara de tensión. Pero, en realidad, no hay de qué preocuparse. Para empezar, no hay ningún accidente aéreo registrado cuyo motivo sean las turbulencias, que tan solo son cambios en el flujo del aire que va surcando el avión. La mala noticia, para los que el asunto de las turbulencias sea un engorro, es que se prevé que aumenten en los próximos años debido al cambio climático, ya que aumentará el número de corrientes térmicas de aire caliente ascendente. Ponte el cinturón y confía. Un consejo: elige los billetes más cercanos a las alas del avión para notar las turbulencias lo más suave posible.
El temido ‘overbooking’
Si las turbulencias hacen que pocos pasajeros sean amigos de los vuelos, el ‘overbooking’ no se queda atrás a la hora de dar mala fama al mundo de los aviones. Pero hay un conocimiento que deberías compartir con tu compañero de vuelo: si alguna vez le pasa, en la Unión Europea la aerolínea está obligada a compensarle y a buscarle un transporte a su destino lo más rápido posible. La indemnización puede ser (además del coste del billete) de hasta 400 euros. Además, la compañía debe pagar comida y bebida. Que no te engañen.
Todo es posible
Lo malo que pueda suceder en un avión se deberá, casi con total probabilidad, a un error humano. Y no es necesario ponerse catastrofista ni pensar en cosas lúgubres antes de poner un pie sobre un avión: en 2009, dos pilotos fueron despedidos por haberse pasado de destino. En concreto, habrían volado unos 300 kilómetros más allá. Presuntamente, estaban entretenidos con sus respectivos ordenadores portátiles. Media vuelta y a aterrizar.
El vuelo más largo de la historia
14.875 kilómetros en 17 horas y 6 minutos. Sin escalas. Sin repostar. Sin que sus pasajeros estiren las piernas más allá de lo que dejan los pasillos del propio avión. Así fue, en el pasado mes de marzo, el vuelo más largo de la historia. Lo hizo la compañía Qantas para unir la ciudad australiana de Perth con la británica Londres. A partir de ahora, nada de quejarse porque un vuelo europeo se nos hace largo.
Pero vendrán los cortos
Los vuelos de tantas horas serán cosa del pasado en cuestión de años. Al menos, cuando los aviones hipersónicos sean una realidad que conecten puntos tan distantes como Londres y Nueva York en vuelos de apenas un par de horas. No obstante, en ellos seguirás encontrándote a algún pasajero con recelos que necesitará de estas buenas historias para que el viaje sea más llevadero.
Ya sea porque te gusta saber todas las curiosidades posibles antes de montarte en el avión o, simplemente, porque prefieres tener datos en tu poder con los que tranquilizarte a ti mismo (y a los que te rodean) en pleno vuelo, estás de enhorabuena: con estos tendrás más que suficiente para tu próximo avión. ¡Buen viaje!
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Con información de Gaceta Aeronáutica, Aviation Humor, Wikipedia, La Nación, El País y Traveler.